lunes, 31 de diciembre de 2012

Amén de los propósitos.

Adelgazar, apuntarme al gimnasio, dejar de fumar, dejar de beber (o beber menos), dedicarle menos horas a salir de fiesta, estudiar más, aprobar más asignaturas, terminar el máster, mejorar en el empleo (o conseguirlo), dedicarle más horas a la familia... y así una interminable lista estilo Bridget Jones.

Si a mi todo esto me parece muy bien pero, ¿por qué hoy? ¿por qué no un 12 de agosto?. Simplemente porque esta es la mejor manera para engañarnos a nosotros mismos y para darnos más tiempo para que llegue el momento que todos tememos: el día de. En fin, ya ha llegado. ¿Habéis cumplido los propósitos que os marcásteis para el 2012? ¿si? No me lo creo. Y si es verdad, mi más sincera enhorabuena. Yo no los he cumplido, desde luego, más que nada, porque ni siquiera los tenía, no creo en que un cambio de cifra en el año suponga un cambio radical en nuestras vidas, pero la verdad es que es un buen aliciente si tenemos fe. 

Pero la fe no basta. Si de verdad tenemos un propósito, sigámoslo. No hagamos como los anuncios de Coca-cola: nos muestran en Navidades que el mundo puede ser mejor, ¿y qué hay el resto del año? El resto del año simplemente siguen siendo una de las mayores multinacionales del mundo, y los buenos propósitos se han ido al mismo sitio que sus anuncios de Navidad: a la mierda. 

En fin... qué radical me veo hoy. Sólo me pasaba rápido por aquí para desearos lo mejor en este año que viene, y deciros que yo sí creo que los propósitos se puedan cumplir, siempre y cuando añadáis a vuestra lista la palabra "constancia". 

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